Los invertebrados en las composteras comunitarias, convertir el riesgo en recurso educativo

 

La asociación Coopera y Composta, CyC, creada en Madrid en 2016 entorno al manifiesto de hortaleza en favor de una gestión descentralizada de la materia orgánica como recurso, une a muchos grupos de personas de diferentes barrios y pueblos del centro de la península (bioRegion Centro). Juntos trabajamos por el compostaje descentralizado en pequeñas plantas comunitarias, municipales o de agrocompostaje profesional. Entre otras entidades que integran esta asociación están Amigos de la Tierra, la asociación de productoras agroecologicas AUPA que están realizando el proyecto MadridAgrocomposta entre otras. Esta asociación CyC se ha incorporado a Composta en Red en la asamblea de principios de 2017.

 

Los primeros días de la primavera surge una duda y un riesgo para las composteras de nuestros barrios o pueblos: las moscas. Las nubes de estos insectos que a veces se forman pueden desincentivar que algunas personas depositen la materia orgánica, y suponen un reto de gestión,  pero también una oportunidad de aprender sobre los ciclos de la naturaleza.

Las temperaturas diurnas próximas a 20 grados permiten la reactivación de la vida que estaba aletargada durante el invierno; los microorganismos comienzan a actuar con mayor rapidez, y especialmente  lactobacilos convertirán en apenas unas horas los azucares y almidones de nuestros restos de comida en ácidos muy volátiles.

Las pequeñas moscas del vinagre (o de la fruta) perciben el olor de estos ácidos desde centenares de metros de distancia y convierten las composteras en el punto de encuentro donde iniciar su celo y donde esperan depositar sus huevos. Para desincentivar estas masivas “quedadas” de moscas es especialmente importante cubrir los restos de comida con “estructurante” (astillas, u otra materias vegetales), prácticamente todos los días, y remover con mayor frecuencia (y regar). Esta combinacion de restos de comida y domesticos (entre 80 y 50&) con restos vegetales (entre 20 y 50%), permite para que demos paso cuanto antes a la fase térmica en que dominan las bacterias que higienizan y desincentiva toda otra actividad biologica. Nuestro principal aliado para ello son  estas bacterias térmofilas, (aparecen por encima de 40ºC). Es preciso entender las necesidades de este “ganado microbiano” para evitar otros seres vivos que puedan resultar mas visibles, y aunque no son peligrosos en si mismo, dan peor imagen de la compostera. Estas bacterias termofilas acaban incluso con otras bacterias, siempre presentes, pero que sin el control de otras especies, podrian convertirse en patógenos como Echerichia coli o Salmonella ssp.

 

La primavera en la compostera supone una oportunidad para las aulas de conocimiento del medio de primaria o de ciencias naturales de la ESO. Unos botes de cristal sin cerrar del todo, y unas lupas (preferentemente binocular) convertirán las composteras en un recurso educativo de primer orden. si las capturamos en botes podremos criarlas en cautividad y seguir su ciclo de vida.

 

Una de los caso que nos ha surgido este trimestre en CyC es el de unas compostera  comunitaria en la localidad serrana de Madarcos, con la que la Mancomunidad de residuos esta consiguiendo compostar in situ el 100% de biorresiduos de la locales. En este pueblo hay una pequeña empresa artesana de ahumados de pescado que estuvo depositando cabezas y colas de salmón, lo que supuso un atractivo para las moscardas. En apenas una semana la compostera era un hervidero de larvas de este díptero (ver foto). El problema se resolvió añadiendo cenizas como “antibiotico”, añadiendo estructurante (astillas), removiendo y acelerando el proceso bacteriano térmico. En apenas dos días la temperatura estaba a 50º y las larvas habían quedado confinadas en algunos bordes de la compostera que se mezclaron nuevamente desapareciendo el problema.

Lo mismo ocurre con las moscas del vinagre, con la diferencia de que las larvas de este pequeño díptero (dos alas) no se ven a simple vista, y normalmente solo vemos las nubes de adultos congregados en un bullicioso guateque.

 

Una compostera es un hervidero de vida, pero nos conviene que la vida sea microbiana y de determinado tipo. Ojos que no ven corazón que no siente.  Esta intensa actividad microbiana, cerca de 30 millones de bacterias por gramo de compost, es una oportunidad probiotica. En Estados Unidos ya hay una profesión que consiste en la arquitectura microbiana que mide la diversidad y calidad de microrganismos en el aire de edificios públicos. La conclusión que aportan estas vanguardias del bio-urbanismo es que tener tiestos con compost bien afinado en los edificios públicos mejorar la calidad y salubridad del aire. Los microbios, dio-biversos, son nuestros mejores aliados.

 

FrancO Llobera. Asoc Coopera y Composta.